Había que reconocer que el anís era bueno, aunque hay que decir que
Don Álvaro llevaba dos semanas encerrado en la iglesia y se le había
hecho el paladar a la sangre de cristo, de la cual quedaban pocas
reservas, ya que la había catado tanto dentro como fuera de la
liturgia. “Solo para templar los nervios” decía entre copa y
copa.
El caso es que el anís era bueno, así que hizo la vista gorda
cuando aquellos dos se le presentaron como batidores de la guardia
civil, que acudían en vista al telegrama que había enviado pidiendo
ayuda. Cosa que había hecho contraviniendo la voluntad de algunos
del pueblo, pues en el monte había huidos y en esos casos, cuando
la guardia civil acudía a limpiar, solían meter los focicos en los
asuntos de pueblo, hubiese o no hubiese algo.
Las identificaciones parecían buenas, pero los hombres tenían un
corte aún más patibulario que los de su gremio y se llamaban entre
ellos mediante apodos. Uno era Mayao y el otro respondía a Luxo. El
primero tenia el pecho consumido y solía liarse a toser, con
estallidos de tuberculoso o minero, aunque por las durezas que tenia
en sus dedos índices (el cura sabia un poco de estas cosas, pues
había aprendido a temer esos callos) debía darle más a los dos
fierros de marca Piñal que colgaban en su cinto que a empuñar el
pico. El otro era un tipo seco y bien afeitado, con cierto deje
portugués, que no cesaba de mascar tabaco mientras tallaba una
virgen en un corcho con una navaya larga y plateada. Parecían
hombres de cuajo, así que les contó lo que sabia. Que en el pueblo
había tanto miedo que los hombres preferían estar en la mina antes
que en casa, desde que los lobos andaban bajando del monte.
Aquello no eran lobos, pensó Mayao cuando él y Luxo se internaron
en el bosque después de despedirse del cura. El parte de Radio
Covadonga no andaba errado en pensar que era cosa de foriatus, pues
un lobo (por muy animal que sea) no revienta las costillas a una vaca
de esa forma, saca a una familia de su casa durante la noche, quiebra
sus huesos para sorber el tuétano y los deja tan mondos que ni las
moscas sacan provecho. Eso era cosa de los maquis. El problema de
echarse al monte es que algunas veces el monte se echa a ti. Se lo
habían pasado bien en la capital, arrastrando a un cura por la calle
y pasando a cuchillo a algunos capataces de fábrica. Cosas de la
justicia social y eso. Ya habían lidiado con esos asuntos, en la que
la gente, ya sea por necesidad o que alguno llevaba algo dentro,
cerraba pactos con el bosque y con lo que en el habita. Los oseros
marearon un poco el telegrama del cura, con lo que la guardia civil
tardaría un dia o dos en llegar, lo cual les daría tiempo para
aventar la zona y determinar si la amenaza era de hombres o foriatus.
Si los maquis continuaban siendo cristianos, entonces era cosa de la
guardia, pero si era otra cosa podrían limpiar un poco el
desaguisado antes de que acudieran y el asunto se desmadrase cuando
desapareciese alguno de ellos en el monte y de él no quedase ni
el capote.
Mayao clavó las madreñas en la tierra blanda, afianzándose en la
cuesta apuntalada de arboles prietos en la que él y Luxo andaban. Se
llevó un pañuelo a la boca para acallar una tos mientras bajaba la
mano a la cintura, cerca de los piñales. A su espalda Luxo, que
andaba musitando una tonada con su deje medio portugués, soltó un
gargajo espeso de tabaco en la hoja de sus navajas. Tendría sangre
de salutador por parte de su madre asturiana, pero sus maneras eran
las de un gochu, aunque Mayao comprendía su costumbre de mascar
tabaco, ya que le permitía salivar y escupir cuando era necesario.
El osero acarició de forma refleja las empuñaduras marfileñas de
sus revólveres, dos recios Piñales en cuya madera había tallado un
lema “andate vivo, pues de mi incluso los muertos se cuidan”. El
ruido que había oído indicaba que algo avanzaba hacia ellos sin
cuidado ni miramiento, así que no se extrañó cuando un lobazo
grande y negro saltó de la espesura y lo derribó apoyando sus patas
en su pecho. El hijo de puta tenia una cabeza tan grande como la de
un ternero y pesaba como tal, pero Mayao lo esperaba y sacando sus
piñales los hizo girar en su indice a través de la guarda y le
propinó un golpe doble con la empuñadura detrás de las orejas, lo
que sirvió para que la bestia se sorprendiese lo suficiente para que
le diese tiempo a un nuevo giro y desjarretarle dos tiros dentro del
morro y reventarle media cara. Aun así, el bicho no murió hasta que
Luxo no le metió un par de puñaladas en el cuello cargadas de
saliva y tabaco.
De entre los castaños salieron cinco animales más, entre los cuales
destacaba un ejemplar tan grande como un burro y unos brillantes ojos
azules. Que una de dos, o aquel era el Fernandez de Córdova de los
lobos o aquellos no eran tales. Que cabrones los maquis, ya podía
uno haberse transformado en home llobu y comido a los demás ¿pero
cinco? Aquello iba a llevar tiempo.
ARTES
MARCIALES
En la lucha contra los foriatus vale todo, tanto plomo, vara o puño. Así que lo mejor es estar preparado cuando las cosas se pongan feas y te veas obligado a luchar tanto contra vivos como muertos.
He decidido tratar las artes marciales como ventajas independientes, ya que algunas de ellas no son demasiado ortodoxas y se alejan un tanto del modelo clásico.
Lucha
leonesa.
Requisitos:
Artista Marcial, FUE o AGI d8.
Este
estilo de combate de origen celta es uno de los más antiguos de la
península, siendo conservado por pastores, los cuales extendieron su
práctica a través de la trashumancia. Algunos oseros han
descubierto vinculaciones con el dios Candamo, dios de los lugares
fronterizos, ya que esta lucha se usaba para dirimir los eternos
conflictos entre ganaderos y labriegos en cuanto a los límites de
las zonas de tránsito y de abrevado.
Basa su efectividad en una serie de “mañas”, las cuales
son una serie de agarres y derribos. En un trabajo de campo, en el
que se le despojará del carácter ritual, este estilo es
particularmente efectivo para inmovilizar o dejar en una posición
vulnerable al contrario.
El
combatiente obtiene +2 a la maniobra de agarrar a un oponente y +2 a
las tiradas de FUE o AGI para mantener la presa.
Zapatilla.
Requisitos: Artista Marcial, AGI d8.
Este
estilo de combate derivado del savate es relativamente reciente en la
península. Ha sido introducido por las Brigadas Internacionales
francesas, aunque se conoce algún caso de practicantes más
tempranos entre estibadores que trabajaron en el país vecino. De
ellos viene el nombre de zapatilla, ya que es una traducción de
chausson, el calzado común
entre los estibadores franceses.
Esta
modalidad se basa en el uso preferente de las piernas, en combinación
de calzado pesado, como pueden ser botas herradas, madreñas o
espuelas, lo cual añade contundencia a los golpes propinados. Todo combatiente gana un alcance de 1 cuando usa las piernas, y si viste
madreñas, espuelas o cualquier calzado de suela fuerte un aumento en
la tirada de pelea incrementará un paso su dado extra de daño.
Golpe
de la Mano Abierta.
Requisitos:
Artista Marcial, FUE d8.
Este
poco ortodoxo estilo de combate, cuyo origen se desconoce, basa su
efectividad en la fuerza y en la intimidación. Implica juntar los
dedos de la mano y golpear al contrincante con la palma,
preferentemente en la cara o en el cuello. Debe de ser un golpe seco,
ya que así hay gran probabilidad de que genere un sonoro restrallo
con capacidades intimidantes y aturdidoras.
Aquel
que haya sido aturdido por los puños de un usuario del golpe de la
mano abierta, tendrá un -2 a la tirada de Espíritu para librarse de
ese estado. Si se ha obtenido un aumento en la tirada de Pelea, la
bofetada sonará como un latigazo, lo cual proporcionará al atacante
una acción gratuita para realizar una Prueba de Voluntad de
Intimidar en el siguiente turno.
Barbero.
Requisitos: Arma Distintiva (cuchillo).
Este
estilo de combate implica el uso de una navaja o cuchillo y
compenetración a la hora de atacar en grupo. En un principio se le
adjudica un origen caló, aunque esto puede implicar ciertas
connotaciones negativas y erróneas; ya que el español, sea cual sea
su origen, tiene tendencia a esparramar las tripas de su vecino
cuando tiene una navaja a mano, odio en la mirada y se sabe bien
acompañado.
El
“barbero” proporciona un +1 a la bonificación de múltiples
Oponentes. Ademas, el daño con navajas y cuchillos pasa a ser de FUE
+ d6, ya que el usuario sabe donde apoyar el pulgar para otorgar más
fuerza al lance.
Xibladores
(silbadores)
Requisitos: Arma Distintiva (cayado).
Dicen
que la vara de Dios conforta y consuela, pues esa es su naturaleza,
pero en manos de un paisano calludo es capaz de traer dolor y
quebranto a aquellos que le deseen mal. Este estilo de lucha se basa
en el uso de varas, cayados o cachabas, por lo que se cree que su
origen viene de los trashumantes. En Asturias fue perfeccionado por
los vaqueiros de alzada, en la soledad de las montañas, pues una
vara de texo (tejo) tanto vale para aparecidos como para vivos y
cuando los tiempos son turbulentos, de estos dos sobran en los
caminos.
Los
xibladores reciben su nombre debido al sonido que produce la vara o
cayado al cortar el aire. Su entrenamiento les permite lanzar golpes
precisos en los lugares más desprotegidos, con lo que cuando usan
una de esas armas ganan una PA de 2. Ademas, la curvatura de las
cachabas o el mango les permite usarlos a su favor, otorgándoles un
+2 a las tiradas de trucos que impliquen su uso.
Camín
del Fierro
Requisitos: Artista Marcial, Disparar d8.
Esta
versátil técnica ha sido exclusivamente desarrollada por los
oseros. Aunque algunos estudiosos afirman que su raíces se hunden en
el propio Jovellanos, lo cierto es que su implementación es
relativamente reciente. Su estilo de lucha se basa en el uso de armas
de fuego, preferentemente pistolas y revólveres, las cuales son
tratadas como un arma total, una extensión del cuerpo que permite
mediante movimientos fluidos hacer el máximo daño posible al mayor
número de oponentes posibles.
El
practicante puede emplear una acción gratuita para hacer girar los
“fierros” en su mano y alternar su uso como arma cuerpo cuerpo o
distancia. Haciendo un daño de FUE+d4 en el primer caso y el normal
del arma en el segundo. Ademas, todas las pistolas y revólveres
pueden ser disparados usando una ráfaga corta.
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