jueves, 31 de agosto de 2017

Allende la Mar Cuayada (II) los Liadores o Dedos Pintos.




De pronto me retiraron el saco de la cabeza. La vista no me sorprendió pues todas las ejecuciones eran en realidad la misma. La misma tapia de cementerio, los mismos cuerpos derrumbados en el suelo, los mismos rostros descompuestos hundidos en el barro, el olor a tripa suelta y el mismo tendal de camisas y rostros ensombrecidos empuñando las armas. A mi derecha había un paxarón, que cualquiera diría que su profesión era la de cura por los mentamientos y cagamentos que les dedicaba a los soldados. A mi izquierda el hijo de unos cabreros que pillaron ocultando parte del rebaño para que no se lo zamparan los mismos que lo iban a fusilar. A la hija no quiero saber lo que le hicieron. En el pueblo alguien toca la guitarra con ganas, intentando infructuosamente tapar el sonido de los fusiles haciendo limpieza.

Detrás del pelotón ronda un perro de pelaje negro, parecía sonreír. Hoy no me llevaras compañero.

«-¿Última voluntad?-» Pregunta aburrido y con aire funcionarial el jefe de pelotón. El chaval siguió llorando y el cura con los insultos, así que yo aprovecho para pedir algo de picadura y papel de fumar. Ante la torcedura de gesto de los soldados, los cuales ya tenían ganas de acabar la faena, les razono que ya que eramos los últimos al menos nos concediesen eso, que solo me llevaría lo que el cura tardase en recitar el Credo. Esto pareció agradarles, ya que cumplían con el último deseo y al menos harían parar la riada de improperios del cura.

El jefe me pasa papel, cerilla y un saquete, vigilando mis manos en todo momento por si intentaba una tontería. Los cojo y le echo una olida a las hojas, tenía pinta de ser canario, fruto de algún intercambio por papel en las trincheras. Le digo al cura y al chaval que empezasen con el credo mientras el pelotón se relajaba un tanto a unas diez zancadas de nosotros. Ya de paso les suelto por lo bajinín un «y espero que sepáis correr», lo cual pareció animarlos ya que el crio se sorbió las lagrimas y el cura bajó el volumen de improperios con cara sorprendido.

«Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,...» Cojo el papel, dedos pulgar y medio en la punta, doblándolo levemente, mientras sujeto el saquete con los dientes y cojo un buen pellizco de hoja.

«...que por nosotros lo hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo,...» Pellizco al pliegue, con el dedo indice lo distribuyo a lo largo, cierro el saco y lo arrojo al jefe de pelotón, el cual lo coge al vuelo entre sonrisas de sus compañeros. Lengua al borde, derecha e izquierda, aprieto y retuerzo levemente las puntas para que no se abra.

«y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos,...» Lo bueno de estar dos días en el calabozo es que tienes la barba tan dura que la cerilla se enciende al tercer intento. Doy la primera calada mientras una niebla baja empieza a subir por la caleya que hay al lado del cementerio, «cagun rox, vamos a disparar al bulto» dice entre risas uno del pelotón. La boca de uno de los ajusticiados se afloja y queda parcialmente abierta. El perro deja de rondar y se agazapa con aire depredador; hoy no me llevarás, pero te iras cargado al infierno.

«la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna...» de la boca del muerto surge un jirón negro, la borrina del güerco, la cual se confunde entre la niebla y se entrelaza ávida con el humo de mis caladas. El tendal de camisas se echa la culata al hombro esperando el amén que no llega, les digo al cura y al crio que corran. El chaval escapa a la izquierda, el cura a la derecha, alguien grita entre la niebla y se escucha un disparo que se hunde en el adobe de la pared.

Permanezco quieto, como si la cosa no fuese conmigo. Nueva calada, la mas profunda, la borrina entra dentro de mi pecho y la punta del cigarro brilla como el ojo de una serpiente. Los del pelotón gritan hasta que vacían sus armas.

Espero que el cura de los insultos que me mandaron rescatar valga el haber quemado la punta de un alma. Arrojo la colilla y dejo escapar al difunto, el cual se pierde entre las fauces del perro.

Echo a correr sin mirar atrás.

Le lanzo un hechizo de miedo con el ornamento de molonidad.
Nadie sabe donde apareció primeramente el arte del liado. Algunos estudios de la Fundación del Oso afirman que este saber hunde sus raíces en ritos vaqueiros y de los calderines, pero otros indican que podría provenir de un indiano que hizo fortuna en Cuba mediante el negocio del torcido y tomó parcialmente ciertos ceremoniales santeros de uno de sus empleados, adaptándolos a su cultura madre. Otros estudios lo vinculan con los ritos griegos de invocaciones a los eidolon, pues muchos Liadores tienden de forma natural a realizar pequeños ritos como mojar levemente la cabeza del cigarro en anís como ofrenda o entonar oraciones por los difuntos mientras realizan el liado. Lo cierto es que la técnica, aun joven, ha demostrado ser tremendamente útil para la lucha contra los foriatus, aunque algunos la tildan de contraproducente ya que es combatir el fuego con el fuego.

Un Liador (tambien llamado Dedos Pintos debido al color amarillento que estos adquieren) en esencia ha aprendido, ya sea mediante enseñanza o de forma instintiva, a entrelazar las almas de los muertos con las hebras del tabaco. En este tiempo de guerra la hoja es escasa, pero de muertos andamos sobrados, de los cuales muchos aceptan gustosos un pequeño placer terrenal antes de bajar o subir a donde les corresponda, aunque sea un placer de segunda mano y a través de un intermediario. A cambio el muerto ofrece parte de su esencia, haciendo que la misma realidad se retuerza como las hebras de tabaco al ser trenzadas y permitiendo al Liador desatar con sus caladas un poder que surge de la propia Mar Cuayada.


LIADOR
Ventaja: TA (Liador).
Habilidad arcana: Calada (Espíritu).
Puntos de poder: 10.
Poderes iniciales: 3.

Reglas especiales:
Tos de las que te dejan baldao: Cuando un Liador saca un uno natural en su dado de Calada (da igual lo que saque el dado salvaje), sufre un nivel de fatiga. Esta fatiga puede recuperarse descansando una hora por cada nivel perdido. Un doble uno dará como resultado un punto de Curuxa, ademas de la fatiga.
Esto lleva su tiempo: Un PJ Liador debe de “fabricar” sus hechizos antes de desatarlos, para ello gastará los puntos que desee o exija el poder, los cuales quedarán acumulados dentro del cigarrillo y no los recuperará hasta que este sea consumido. El rito del entrelazado de la hebra y el muerto lleva su tiempo, con lo que el Liador no puede desatar sus habilidades al vuelo y necesita tener sus cigarrillos preparados con anterioridad. Cada uno de ellos llevará un minuto de tiempo de fabricación por punto de poder invertido en el poder.
Compartir el humo: Un Liador puede dar sus cigarrillos a otros PJ o Extras, los cuales podrán usar el poder contenido en el al igual que el Liador. En tal caso, el nuevo usuario tirará por la habilidad de Calada del Liador original con un -2.
Recuperación: El alma del muerto partirá una vez arrojada la colilla, liberando los puntos de poder invertidos en el liado. Estos puntos se recuperarán a razón de uno por hora, preferentemente echando un cigarro.
La primera calada es la mejor: Un Liador debe de invertir un turno completo para encender el cigarrillo y hacerlo tirar con unas primeras caladas. Este ritual aposenta el espíritu dentro de su pecho a través del humo inhalado, preparando el vínculo.
Poderes disponibles: Alivio, armadura, aura dañina, barrera, captura, ceguera, chorro, confusión, conmoción, desvío, disfraz, disipación, drenaje de puntos de poder, empujón, explosión, freno, intangibilidad, invisibilidad, luz/oscuridad, marioneta, mejora/reducción de rasgo, miedo, proyectil, rapidez, sueño, velocidad.
Ornamentos: del humo blanquecino parecen surgir caras gimientes, el ascua de la punta se torna brillante, al liador lo rodea una nube de humo vaporoso que lo vuelve borroso, a un cadaver cercano le sale un humo negro de las fosas nasales,… etc.

Apañacolillas.
Requisitos: Novato, Transfondo Arcano (Liador)
Seguramente algunas veces los has visto, paisanos de ojo avizor y cabeza inclinada, que escudriñan las aceras en las cercanías de plazas y cafés en busca de colillas y cigarros a medio fumar. A muchos los mueve la necesidad debido a la escasez de tabaco, pero para un Liador lo que unos desechan para el puede ser un valioso recurso. El ansia de rapiña y desesperación tabaquera casa bien con el hambre de sustancia de los muertos, pero tiene como contrapartida que imbuye a las colillas de un aura de egoísmo.

En términos de juego, un Dedos Pintos puede ponerse a recoger colillas en un área habitada durante una media hora superando una tirada una tirada de Callejeo, la cual proporcionará 1d6 de PP por éxito. Estos Puntos de Poder serán apuntados aparte de los normales y los hechizos vinculados a ellos solo podrán ser desatados por el propio Liador.

Apurar.
El arte de los Dedos Pintos también tiene un lado oscuro del que no se suele hablar. El muerto y el Liador tienen un pacto de palabra, el alma proporciona poder y el fumador lo canaliza a cambio de que el fallecido tenga un breve atisbo de la vida. El muerto es liberado con el acto de arrojar la colilla al suelo, pero también hay otra opción y esta es el apurar el alma del tabaco hasta que de este no quede nada. Esto es una fuente de increíble poder que también conlleva un gran precio, pues las fuerzas que rondan el mundo pueden tornar los hocicos en pos del Liador.

En términos de juego alguien que apure un cigarro puede añadir un éxito automático a la tirada de Calada, antes o después de realizarla y acumulativo al resultado. Si es antes de realizarla, el Liador deberá de superar un tirada de Espiritu con un -2 o recibirá un punto de Aventado, si es despues el punto de Aventado será automático. A partir de ese momento el Dedos Pintos notará la presencia de un perro, la cual no será evidente en un principio y se incrementará a medida que gane puntos de Aventado. El perro es un can de pelaje negro como la noche que andará continuamente a su vera a varias zancadas de distancia y que solo el Liador percibirá. A partir de tres puntos al perro se le unirán varios más y la verdad será evidente, al fumador le anda rondando la Pirriría, la jauria de los muertos viene a cobrarse lo que ha tomado de su plato.

Cuando un Liador saque un uno en su dado de la habilidad Calada sufrirá un d6 de daño por cada punto de Aventado, ya que la Pirriría se le lanzará encima y lo acosará. Para un observador ajeno, la carne del Dedos Pintos presentará señales de mordeduras que parecen haber surgido de la nada.



Notas:
- La Curuxa es una puntuación de los PJ que se ve incrementada cuando entran en contacto con los foriatus, ya siendo viendolos o sufriendo su influencia. Refleja como los personajes son afectados por el incremento de la marea de la Mar Cuayada y hace que las criaturas de los mitos tengan bonificaciones contra el PJ a medida que la realidad pierda consistencia. El máximo es cuatro, momento en el que el PJ queda acuruxao. Desciende con el tiempo, exorcismos o adquiriendo temple metiendose un buen copazo.
- La Fundación del Oso ha llegado a manufacturar recientemente cajetillas de tabaco, las cuales vienen encantadas por dedos pintos contratados. El paquete es de 20, aunque hay pitilleras de cinco o diez y tienen un amplio arsenal de hechizos y efectos ideales para las misiones de alto riesgo, aunque por ahora el producto es escaso y solo se entrega a oseros de alto rango. Los cigarrillos están tratados para que la llama no llegue al filtro, con lo que no pueden ser apurados.



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