De pronto me retiraron el saco de la cabeza. La vista no me sorprendió pues todas las ejecuciones eran en realidad la misma. La misma tapia de cementerio, los mismos cuerpos derrumbados en el suelo, los mismos rostros descompuestos hundidos en el barro, el olor a tripa suelta y el mismo tendal de camisas y rostros ensombrecidos empuñando las armas. A mi derecha había un paxarón, que cualquiera diría que su profesión era la de cura por los mentamientos y cagamentos que les dedicaba a los soldados. A mi izquierda el hijo de unos cabreros que pillaron ocultando parte del rebaño para que no se lo zamparan los mismos que lo iban a fusilar. A la hija no quiero saber lo que le hicieron. En el pueblo alguien toca la guitarra con ganas, intentando infructuosamente tapar el sonido de los fusiles haciendo limpieza.
Detrás
del pelotón ronda un perro de pelaje negro, parecía sonreír. Hoy
no me llevaras compañero.
«-¿Última
voluntad?-» Pregunta aburrido y con aire funcionarial el jefe de
pelotón. El chaval siguió llorando y el cura con los insultos, así
que yo aprovecho para pedir algo de picadura y papel de fumar. Ante
la torcedura de gesto de los soldados, los cuales ya tenían ganas de
acabar la faena, les razono que ya que eramos los últimos al menos
nos concediesen eso, que solo me llevaría lo que el cura tardase en
recitar el Credo. Esto pareció agradarles, ya que cumplían con el
último deseo y al menos harían parar la riada de improperios del
cura.
El
jefe me pasa papel, cerilla y un saquete, vigilando mis manos
en todo momento por si intentaba una tontería. Los cojo y le echo
una olida a las hojas, tenía pinta de ser canario, fruto de algún
intercambio por papel en las trincheras. Le digo al cura y al chaval
que empezasen con el credo mientras el pelotón se relajaba un tanto
a unas diez zancadas de nosotros. Ya de paso les suelto por lo
bajinín un «y espero que sepáis correr», lo cual pareció
animarlos ya que el crio se sorbió las lagrimas y el cura bajó el
volumen de improperios con cara sorprendido.
«Creo
en un solo Dios, Padre todopoderoso,...» Cojo el papel, dedos pulgar
y medio en la punta, doblándolo levemente, mientras sujeto el
saquete con los dientes y cojo un buen pellizco de hoja.
«...que
por nosotros lo hombres, y por nuestra salvación bajó del
cielo,...» Pellizco al pliegue, con el dedo indice lo distribuyo a
lo largo, cierro el saco y lo arrojo al jefe de pelotón, el cual lo
coge al vuelo entre sonrisas de sus compañeros. Lengua al borde,
derecha e izquierda, aprieto y retuerzo levemente las puntas para que
no se abra.
«y
está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,...» Lo bueno de estar dos días en el
calabozo es que tienes la barba tan dura que la cerilla se enciende
al tercer intento. Doy la primera calada mientras una niebla baja
empieza a subir por la caleya que hay al lado del cementerio, «cagun
rox, vamos a disparar al bulto» dice entre risas uno del pelotón.
La boca de uno de los ajusticiados se afloja y queda parcialmente
abierta. El perro deja de rondar y se agazapa con aire depredador;
hoy no me llevarás, pero te iras cargado al infierno.
«la
comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección
de la carne y la vida eterna...» de la boca del muerto surge un
jirón negro, la borrina del güerco, la cual se confunde entre la
niebla y se entrelaza ávida con el humo de mis caladas. El tendal de
camisas se echa la culata al hombro esperando el amén que no llega,
les digo al cura y al crio que corran. El chaval escapa a la
izquierda, el cura a la derecha, alguien grita entre la niebla y se
escucha un disparo que se hunde en el adobe de la pared.
Permanezco
quieto, como si la cosa no fuese conmigo. Nueva calada, la mas
profunda, la borrina entra dentro de mi pecho y la punta del cigarro
brilla como el ojo de una serpiente. Los del pelotón gritan hasta
que vacían sus armas.
Espero
que el cura de los insultos que me mandaron rescatar valga el haber
quemado la punta de un alma. Arrojo la colilla y dejo escapar al
difunto, el cual se pierde entre las fauces del perro.
Echo
a correr sin mirar atrás.
Le lanzo un hechizo de miedo con el ornamento de molonidad. |
Nadie
sabe donde apareció primeramente el arte del liado. Algunos estudios
de la Fundación del Oso afirman que este saber hunde sus raíces en
ritos vaqueiros y de los calderines, pero otros indican que podría
provenir de un indiano que hizo fortuna en Cuba mediante el negocio
del torcido y tomó parcialmente ciertos ceremoniales santeros de uno
de sus empleados, adaptándolos a su cultura madre. Otros estudios lo vinculan con los ritos griegos de invocaciones a los eidolon, pues
muchos Liadores tienden de forma natural a realizar pequeños ritos
como mojar levemente la cabeza del cigarro en anís como ofrenda o
entonar oraciones por los difuntos mientras realizan el liado. Lo
cierto es que la técnica, aun joven, ha demostrado ser tremendamente
útil para la lucha contra los foriatus, aunque algunos la tildan de
contraproducente ya que es combatir el fuego con el fuego.
Un
Liador (tambien llamado Dedos Pintos debido al color amarillento que
estos adquieren) en esencia ha aprendido, ya sea mediante enseñanza
o de forma instintiva, a entrelazar las almas de los muertos con las
hebras del tabaco. En este tiempo de guerra la hoja es escasa, pero
de muertos andamos sobrados, de los cuales muchos aceptan gustosos un
pequeño placer terrenal antes de bajar o subir a donde les
corresponda, aunque sea un placer de segunda mano y a través de un
intermediario. A cambio el muerto ofrece parte de su esencia,
haciendo que la misma realidad se retuerza como las hebras de tabaco
al ser trenzadas y permitiendo al Liador desatar con sus caladas un
poder que surge de la propia Mar Cuayada.
LIADOR
Ventaja:
TA (Liador).
Habilidad
arcana: Calada (Espíritu).
Puntos
de poder: 10.
Poderes
iniciales: 3.
Reglas
especiales:
Tos
de las que te dejan baldao: Cuando un Liador saca un uno
natural en su dado de Calada (da igual lo que saque el dado salvaje),
sufre un nivel de fatiga. Esta fatiga puede recuperarse descansando
una hora por cada nivel perdido. Un doble uno dará como resultado un
punto de Curuxa, ademas de la fatiga.
Esto
lleva su tiempo: Un PJ Liador debe de “fabricar” sus hechizos
antes de desatarlos, para ello gastará los puntos que desee o exija
el poder, los cuales quedarán acumulados dentro del cigarrillo y no
los recuperará hasta que este sea consumido. El rito del entrelazado
de la hebra y el muerto lleva su tiempo, con lo que el Liador no
puede desatar sus habilidades al vuelo y necesita tener sus
cigarrillos preparados con anterioridad. Cada uno de ellos llevará
un minuto de tiempo de fabricación por punto de poder invertido en
el poder.
Compartir
el humo: Un Liador puede dar sus cigarrillos a otros PJ o
Extras, los cuales podrán usar el poder contenido en el al igual que
el Liador. En tal caso, el nuevo usuario tirará por la habilidad de
Calada del Liador original con un -2.
Recuperación:
El alma del muerto partirá una vez arrojada la colilla, liberando
los puntos de poder invertidos en el liado. Estos puntos se
recuperarán a razón de uno por hora, preferentemente echando un
cigarro.
La
primera calada es la mejor: Un Liador debe de invertir un turno
completo para encender el cigarrillo y hacerlo tirar con unas
primeras caladas. Este ritual aposenta el espíritu dentro de su
pecho a través del humo inhalado, preparando el vínculo.
Poderes
disponibles: Alivio, armadura, aura dañina, barrera, captura,
ceguera, chorro, confusión, conmoción, desvío, disfraz,
disipación, drenaje de puntos de poder, empujón, explosión, freno,
intangibilidad, invisibilidad, luz/oscuridad, marioneta,
mejora/reducción de rasgo, miedo, proyectil, rapidez, sueño,
velocidad.
Ornamentos:
del humo blanquecino parecen surgir caras gimientes, el ascua de la
punta se torna brillante, al liador lo rodea una nube de humo
vaporoso que lo vuelve borroso, a un cadaver cercano le sale un humo
negro de las fosas nasales,… etc.
Apañacolillas.
Requisitos:
Novato, Transfondo Arcano (Liador)
Seguramente
algunas veces los has visto, paisanos de ojo avizor y cabeza
inclinada, que escudriñan las aceras en las cercanías de plazas y
cafés en busca de colillas y cigarros a medio fumar. A muchos los
mueve la necesidad debido a la escasez de tabaco, pero para un Liador
lo que unos desechan para el puede ser un valioso recurso. El ansia
de rapiña y desesperación tabaquera casa bien con el hambre de
sustancia de los muertos, pero tiene como contrapartida que imbuye a
las colillas de un aura de egoísmo.
En
términos de juego, un Dedos Pintos puede ponerse a recoger colillas
en un área habitada durante una media hora superando una tirada una
tirada de Callejeo, la cual proporcionará 1d6 de PP por éxito.
Estos Puntos de Poder serán apuntados aparte de los normales y los
hechizos vinculados a ellos solo podrán ser desatados por el propio
Liador.
Apurar.
El
arte de los Dedos Pintos también tiene un lado oscuro del que no se
suele hablar. El muerto y el Liador tienen un pacto de palabra, el
alma proporciona poder y el fumador lo canaliza a cambio de que el
fallecido tenga un breve atisbo de la vida. El muerto es liberado con
el acto de arrojar la colilla al suelo, pero también hay otra opción
y esta es el apurar el alma del tabaco hasta que de este no quede
nada. Esto es una fuente de increíble poder que también conlleva un
gran precio, pues las fuerzas que rondan el mundo pueden tornar los
hocicos en pos del Liador.
En
términos de juego alguien que apure un cigarro puede añadir un
éxito automático a la tirada de Calada, antes o después de
realizarla y acumulativo al resultado. Si es antes de realizarla, el
Liador deberá de superar un tirada de Espiritu con un -2 o recibirá
un punto de Aventado, si es despues el punto de Aventado será
automático. A partir de ese momento el Dedos Pintos notará la
presencia de un perro, la cual no será evidente en un principio y se
incrementará a medida que gane puntos de Aventado. El perro es un
can de pelaje negro como la noche que andará continuamente a su vera
a varias zancadas de distancia y que solo el Liador percibirá. A
partir de tres puntos al perro se le unirán varios más y la verdad
será evidente, al fumador le anda rondando la Pirriría, la jauria
de los muertos viene a cobrarse lo que ha tomado de su plato.
Cuando
un Liador saque un uno en su dado de la habilidad Calada sufrirá un
d6 de daño por cada punto de Aventado, ya que la Pirriría se le
lanzará encima y lo acosará. Para un observador ajeno, la carne
del Dedos Pintos presentará señales de mordeduras que parecen haber
surgido de la nada.
Notas:
- La Curuxa es una puntuación de los PJ que se ve incrementada cuando entran en contacto con los foriatus, ya siendo viendolos o sufriendo su influencia. Refleja como los personajes son afectados por el incremento de la marea de la Mar Cuayada y hace que las criaturas de los mitos tengan bonificaciones contra el PJ a medida que la realidad pierda consistencia. El máximo es cuatro, momento en el que el PJ queda acuruxao. Desciende con el tiempo, exorcismos o adquiriendo temple metiendose un buen copazo.
- La Fundación del Oso ha llegado a manufacturar recientemente cajetillas de tabaco, las cuales vienen encantadas por dedos pintos contratados. El paquete es de 20, aunque hay pitilleras de cinco o diez y tienen un amplio arsenal de hechizos y efectos ideales para las misiones de alto riesgo, aunque por ahora el producto es escaso y solo se entrega a oseros de alto rango. Los cigarrillos están tratados para que la llama no llegue al filtro, con lo que no pueden ser apurados.